Esas personas ya no viven, ya acabaron su oportunidad de disfrutar de la vida. Nosotros aún seguimos, pero… ¿somos conscientes de que estamos vivos, estamos en la vida, podemos vivir?
Los años transcurridos son físicamente irrecuperables, aunque nos queden los recuerdos y las enseñanzas, pero lo importante es el ahora continuo que es la vida, el ahora que va consumiendo poco a poco lo que teníamos reservado en el almacén que llamamos futuro.
Cada segundo que pasa es un segundo menos que nos queda.
Somos capaces de coser el cojín roto porque pierde el relleno; somos capaces de arreglar el grifo que pierde gotas de agua; somos capaces de ponernos a buscar cualquier objeto que hayamos perdido, aunque sea tan simple como un alfiler, pero… ese perder continuamente los segundos… ¿lo solucionamos?
Sí, ya lo sé, la vida va a pasar y se va a gastar de todos modos, pero eso no es lo mismo que “perderla”.
Perderla es desatenderla, o no sacarle todo el jugo, o no hacer de ella un sitio digno y confortable en el que estar mientras dure, o no responsabilizarse conscientemente de ella.
Quizás deberíamos cambiar la pregunta de “cuántos años tienes” por la de “cuántos años te quedan por vivir”.
Quizás deberíamos dedicarle un tiempo a esta cuestión y hacer algo.
Lo que cada uno decida hacer. |