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La
armonía interior y la meditación |
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Un ejemplo vivo de conflicto interno es la neurosis, un tema de nuestro
tiempo que pocas personas son conscientes de padecer. Por lo general,
"esos" son males que le llegan a los otros y no a nosotros. Ante la
imposibilidad de "ver" en su interior, de detectar en sí mismos este
tipo de males y la incapacidad de asumir que su verdadera visión se
encuentra bloqueada por fuerzas inconscientes, el ser humano recurre
a artificios de todo tipo para reconquistar la armonía perdida. Aquí
entran en juego los psicofármacos, ilusorios donantes de una paz momentánea.
La vida de la persona se torna penosa: pierde su capacidad de disfrute
y comienza a girar en un movimiento circular del que difícilmente logra
salir. La sensación de soledad en compañía la asalta a cada instante,
la chispa de vida interior se extingue de a poco y el cuerpo va sintiendo
las consecuencias en cada vuelta de rueda. Sólo el desarrollo de la consciencia en forma completa, puede llevar por el camino correcto. |
La práctica de la meditación permite alcanzar el equilibrio de todas
las partes a través de la búsqueda interior consciente. En un principio
puede resultar difícil integrar la mente con el alma para hacer de la
vida algo equilibrado, beneficioso. Pero con la práctica se va logrando
una mayor concentración y serenidad que llevan a la resolución de los
conflictos internos. Con cada paso que se avanza, la integración es
más notoria. De a poco, la práctica de técnicas de respiración o introspección,
se vuelve tan necesaria todos los días como el dormir o el respirar.
Naturalmente, los occidentales vivimos en un medio que muchas veces
no nos permite enfocar fácilmente los cambios en este sentido; pero
aún así, nadie ignora que existe el libre albedrío: cada uno de nosotros
tiene la posibilidad de elegir elevar o bajar los brazos. Si nuestra
elección es la de elevar la consciencia, comprobaremos que desde allá
arriba la visión de nuestros problemas cambia completamente. El impulso
de continuar en el camino del crecimiento espiritual es tanto más fuerte,
cuanto que se logra una mayor profundización de la meditación. Y de
pronto, el centro tan buscado, aparece sin que nos demos cuenta.
El hecho de haber llegado a la primera meta, y el comienzo de la siguiente
etapa (la continuidad en la práctica), son los puntos más complejos.
Muchos de los que encaran la práctica de la meditación como algo positivo,
se sienten impulsados a seguir creciendo, buscando la armonía en forma
permanente. Otros en cambio, llegan hasta aquí, creen que ya han andado
todo el camino y tienden a abandonarlo (Suelen pensar internamente que
ya "llegaron"). Sin embargo es justamente donde uno más tiene que mirar
hacia adelante y decidir que desea hacer con lo aprendido: un recurso
último en caso de necesidad o una forma de vida.
La meditación como forma de vida, nos permite alcanzar una vida plena,
feliz, desarrollando un enorme mundo interior, alejándonos de nuestros
temores, preocupaciones y motivos de tensión. Nos permite comprender
que los sucesos externos no son más que hechos aislados, y que no hacen
a la esencia de nuestra vida. Es una herramienta de nuestra mente para
calmar a nuestro cuerpo y comunicarse con nuestra alma, que forma parte
de un Universo infinito, donde reina la paz.
Vale la pena el esfuerzo de subir la escalera del mundo interior para
ver nuestros problemas desde las alturas de nuestra visión superior.
Tal vez, una vez que comencemos a mirar hacia arriba, ni siquiera recordemos
lo que nos preocupaba tanto.
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