Su obra se enmarca dentro de la Edad Media, una época que, como su obra, sigue siendo - a pesar de su fama - una gran desconocida y, como tal, una fuente continua de sorpresas. A primera vista, predominan los campanarios y las cruces. Cuando levantamos la mirada, sin embargo, nos esperan las gárgolas, algunas de ellas mostrando escenas claramente eróticas.
Boccaccio (1313-1375) es el mejor espejo de esta contradicción. Tras
La Divina Comedia de
Dante (1265-1321), Boccaccio escribió una obra que bien podría haberse llamado “La Humana Comedia”. En lugar de infierno, está la peste de 1338, pero sin mediar ningún purgatorio, Boccaccio nos traslada directamente a un paraíso mundano y galante, donde la sensualidad y la cultura parecen desafiar no sólo a la muerte sino los muchos prejuicios sobre la Edad Media, como época mojigata, triste e ignorante.
El
Decamerón (en griego, “diez jornadas”), escrito entre 1249 y 1353, relata las golferías de diez jóvenes que huyen de la epidemia que asola Florencia, refugiándose durante diez días en el
palazzo de uno de ellos. Allí, por turnos, cada uno se hará cargo del entretenimiento de todos. La actividad principal será la narración de cuentos pero también hay baile y canciones, cuyo texto representan algunas de las muestras más exquisitas de la lírica italiana. Además, la obra y el espíritu de la obra de Boccaccio inspiró a artistas de muy variada tendencia, como
Sandro Botticelli, el pintor de la
Historia de Nastagio degli Onesti, un misterioso cuadro motivo de toda clase de debates estéticos y simbólicos.