ANGEL DE LA GUARDA
¡Oh Angel benignísimo de mi guarda, tutor mío!
Maestro, guía, ayo, defensor y sapientísimo consejero y fidelisimo
amigo mío,
a quien estoy encomendado por la bondad del Señor desde el punto
en que nací,
hasta la postrera hora de mi vida,
¡Cuanta reverencia os debo, sabiendo que estáis presente donde estoy!
¡Y cuanta devoción os debo servir, por el amor con que miráis por
mí!
¡y qué gran confianza debo tener teniéndoos a mi lado, para mi defensa!
Pues, enséñame Angel Santo:
amparadme y guiadme por el camino derecho y seguro a esa santa ciudad
y no permitáis
que yo haga en vuestra presencia cosa que os ofenda y que no me
atreviera a hacer sin vergüenza delante de otro hombre como yo;
representad mis deseos y miseria al Señor,
alcanzadme el remedio de ellas,
en su infinita bondad.
Amen.
|