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Crecimiento

5 claves para desarrollarnos emocionalmente

Madurez es lo que alcanzo cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me sucede. Anthony de Mello

Hay muchos manuales, pero ninguno de manejo en la vida. Nadie nos dice cómo tenemos que crecer emocionalmente, lo aprendemos por ensayo y error. Es decir, cayéndonos y levantándonos. No nos enseñan a madurar.

La madurez emocional no es como la física. Nuestro cuerpo se desarrolla irremediablemente con el paso de los años. Envejecemos y nos arrugamos sin poder evitarlo. No podemos afirmar que los años llevan consigo un desarrollo psicológico paralelo aunque, obviamente, también tiene mucho que ver.

 

Al final, se trata de vivir mucho y de asumir gran parte de los aprendizajes que tenemos pendientes de forma que llegues a la conclusión de que todo se basa en el amor. Es decir, la madurez emocional no consiste en haber amueblado nuestra cabeza con piezas de la mejor calidad, sino hacerlo también en el corazón.
Por eso, madurar significa aprender a aceptar lo que viene, fluir y mirar a nuestro interior sin miedo, pues el esfuerzo de trabajarnos merecerá la pena. De todas maneras, nunca dejamos de madurar, pues nuestras emociones requieren un manejo genuino y constante a cada rato.

En definitiva, en términos prácticos, ¿qué debemos hacer para madurar y desarrollar nuestra inteligencia emocional?

1. Deja marchar lo negativo de tu vida

Di adiós al polvo que guardas bajo la alfombra y renueva tu vida. Deshazte de ellos junto a tus trapos viejos y mantente firme en tu posición de no retorno. Es decir, no dejes que esa suciedad entre de nuevo por tu ventana.

Es normal que esto te asuste, a todos nos angustia enfrentarnos a al horizonte de posibilidades que nos da la despedida. Decir adiós duele, hace retumbar el alma; sin embargo, cuando estamos ante una causa perdida, tenemos que procurar ser hábiles y gestionar bien nuestra salida.

La vida es mucho más bella si se vive en libertad y sin cárceles emocionales. Ábrele nuevas puertas a tu corazón.

2. No permitas que tu pasado emocional arruine tu presente

No uses tu pasado como sofá, úsalo como trampolín.

No vivas en lo que fue, vive en lo que es. Nuestras heridas emocionales condicionan quiénes somos o cómo nos comportamos, pero si nos permitimos sanarlas dejaremos de vivir sometidos a nuestro pasado.

Mirar al ayer no es una pérdida de tiempo, es la única manera de evitar que se acumulen emociones y experiencias tóxicas sin resolver. Descuidar esto significaría dejar de lado una parte muy importante de nuestro YO. Cierra etapas y sana heridas, date la posibilidad de evolucionar.

3. Deja de quejarte absolutamente por todo

Las personas maduras aceptan o cambian lo que les molesta tanto de sí mismos como de su entorno.

Es paradójico, pero solo podemos cambiar cuando aceptamos como somos. La queja y la comodidad emocional nos conducen a un oscuro bosque lleno de siniestras criaturas.

Actúa más y quéjate menos. Permítete el lujo de cometer errores y de aprender de ellos. No te culpabilices. Si consigues superar esto, serás poseedor de un privilegio emocional que te conducirá, sin duda, a la paz interior que todos ansiamos.

4.Comienza a poner empeño en gestionar tus emociones y tus pensamientos

Alcanzar una conciencia especial sobre nuestras vivencias hará que comprendamos y manejemos de manera saludable nuestro entorno.

Lograrlo conseguirá que poseamos esa claridad mental que tan necesaria es en nuestro caótico mundo.

El objetivo es no sentirnos abrumados por nuestras emociones, tanto las propias como las ajenas, eliminando la posibilidad de tener que hacer frente a dramas y cargas emocionales diversas. Este es el pilar básico de la inteligencia emocional y, por lo tanto, de la madurez.

 

5. Abre tu corazón y exprésate

Las máscaras y las corazas que usamos en el presente pertenecen al pasado. Nos fueron útiles en su momento, pero ya no las necesitamos. Abrir nuestro corazón a los demás y a nosotros mismos nos permitirá liberarnos de pesos emocionales innecesarios.

Confía en los demás y en el mundo, es inevitable que en ocasiones salgamos heridos, pero el precio de cargar siempre con un escudo hace que nos perdamos cientos de nuevas experiencias.

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