NO VEMOS LAS COSAS TAL COMO SON, SINO TAL COMO SOMOS
Un hombre visitó una tierra lejana y compró un espejo, objeto que era absolutamente desconocido para él. Le había llamado la atención, porque cada vez que lo miraba le parecía ver en su interior la cara de su padre fallecido, así que lo guardó en un cofre y se lo llevó a su país.
De vuelta en su casa, cuando se sentía triste o preocupado, subía al desván, abría el cofre y se asomaba en él para ver la cara de su padre, que, aunque triste y preocupada también, le transmitía confianza y ánimo.
Su mujer, extrañada por aquella conducta, decidió un día que estaba sola subir al desván y abrir el cofre. Para su sorpresa, vio en su interior la cara de una mujer que la miraba con curiosidad. Cuando regresó el marido, ambos discutieron amargamente.
-¡Hombre vil, me engañas con esta mujer! -clamaba ella mirando dentro del cofre. -¡Estás loca! ¿No ves que es mi padre? -respondía él asomándose también al espejo. -¿Crees que soy ciega? ¡Yo veo claramente una mujer! -contestaba ella de nuevo.
Como la discusión crecía, decidieron que alguien justo y sabio arbitrara en la disputa. Para ello eligieron al sacerdote de la comunidad.
Después de un minucioso examen del asunto, aquel hombre ecuánime miró al espejo dentro del cofre y declaró: -Ni aquí está tu padre, ni tampoco hay ninguna mujer ¡claramente lo que hay es un sacerdote!
OTRO PUNTO DE VISTA
Un paseante vio una vez a un pastor que, subido a una escalera, daba de comer de las tiernas ramas de un árbol a una cabra que llevaba en brazos. A cada rato debía bajarse de la escalera y buscar una nueva posición donde subirse, para que la cabra comiera hojas verdes. Intrigado, preguntó a aquel hombre:
-¿Qué haces ahí subido a la escalera? -¿No lo ves? -contestó el pastor-. Doy de comer a la cabra. -¿Y cómo se te ocurre hacer eso? -volvió a preguntar de nuevo-. No ves que así vas a tardar muchísimo tiempo? -¿Y qué prisa tiene la cabra?
PODERES QUE LLEVAN AL DESASTRE
Un hombre que había alcanzado la conquista de poderes sobrenaturales, pero que carecía de percepción de lo real, realizaba un viaje en barco cuando se desencadenó una fuerte tormenta. El experimentado capitán comunicó al pasaje que no era la primera vez que él y su tripulación afrontaban una situación de ese tipo y que siempre habían salido airosos. Por ello dio las órdenes oportunas, y los marineros llevaron a cabo las tareas precisas destinadas a preparar la nave para la tormenta.
Sin embargo, el hombre de los poderes excepcionales no confió ni en la experiencia del capitán ni de la pericia de la tripulación. Por ese motivo, recurrió a las artes mágicas, e invocando a los genios adecuados, ordenó:
-¡Que inmediatamente cese la tormenta!
Lo que sucedió en el acto, para sorpresa de todos. Pero ocurrió que el barco había sido preparado para soportar las olas y los fuertes vientos, por lo que la repentina calma provocó que la nave se escorara primero, se inundara después y por fin se hundiese, llevando a la muerte a todos los miembros de la tripulación y el pasaje, incluido al estúpido hombre de los poderes prodigiosos, que lógicamente tuvo que dar cuenta a Dios, de aquellas horrendas muertes provocadas por su ignorancia.
REPRESIÓN DAÑINA
Dos amigos monjes habían recibido la orden de sus superiores de pasar la noche en meditación estudiando las escrituras. Al poco tiempo, uno de ellos dijo al otro:
– No puedo permanecer aquí, la otra noche conocí una hermosa prostituta que me hechizó con sus bellos ojos negros y su cuerpo sinuoso y firme. He decidido ir a visitarla; si quieres, puedes acompañarme, te aseguro que no habrás visto nunca antes ni verás jamás una mujer tan perfecta para el amor más apasionado. Y así, pasó un buen rato describiendo a su amigo todos los detalles más excitantes sobre la sensual y experta prostituta. Pero el otro monje, después de dudarlo mucho, no aceptó la propuesta de su compañero, por lo que éste marchó solo a su aventura.
Dicen que mientras disfrutaba de los mil y un placeres que la hermosa hetaria le proporcionaba, su corazón se encontraba arrepentido de su conducta y pensaba en la paz espiritual que su amigo estaría encontrando en ese momento en las escrituras. Pero no era así, mientras leía las escrituras, la mente del otro monje volaba hacia la excitante anatomía de la mujer, y su cuerpo no dejaba un instante de excitarse imaginando los placeres que su amigo estaba viviendo. Cuando muchos años después, ambos murieron, se pudo comprobar que en el monje que quedó estudiando las escrituras había perdurado una sucia mancha de pecado que había roído su alma durante años, mientras que el monje que visitó a la prostituta había limpiado su alma prácticamente en el mismo instante.
SABERLO O NO SABERLO
Un caminante llegó a un pueblo donde se anunciaba la actuación del “hombre maravilloso”, un personaje que, según contaba el pregonero, era capaz de realizar milagros.
El viajero se colocó en lugar de privilegio para ver el número, y, empezado éste, observó que, en efecto, aquel hombre realizaba prodigios tan grandes como el de crear objetos de la nada. Terminada la función, se acercó al «hombre maravilloso» y le preguntó:
-¿Dónde está el truco de los fenómenos que realizas?
-No hay ningun truco -contestó éste.
-¿Quieres decirme que eres capaz de crear de la nada? -volvió a inquirir.
-Así es -contestó de nuevo.
-Eso es imposible -gritó el viajero. Sólo puede crear Dios. ¿Es que acaso tú eres Dios?
-Así es -volvió a responder el “hombre maravilloso”.
Lleno de indignación ante aquella irrespetuosa manifestación, el viajero gritó burlándose:
-¡Tú eres tan Dios como puedo serlo yo!
-Así es también -respondió de nuevo-, sólo que hay una pequeña diferencia entre tú y yo.
-¿Cuál es? -preguntó intrigado el caminante.
-Que yo lo sé y tú no.
SE PUEDE ESCAPAR AL DESTINO?
Un discípulo vio un día casualmente a su maestro hablando en el mercado con una persona, y se puso a escuchar la conversación sin que nadie advirtiera su presencia.
-¿Cómo tú, mensajera de la muerte, estás de visita en este pueblo? ¿Has venido a buscar a alguien? -oyó preguntar a su maestro.
-En efecto, así es -escuchó la respuesta del extraño personaje-. Precisamente quería preguntarte por tu discípulo Hamed; por cierto, él vive en esta ciudad ¿no es así?
-Así es, incluso me ha parecido verlo por aquí hace un momento -respondió el maestro.
Cuando aquel hombre oyó su nombre de los labios de tan espectral personaje, un escalofrío recorrió su cuerpo. Inmediatamente tomó una decisión: pensó que si la muerte venía a buscarlo a su casa, a él le daba tiempo a llegar de noche a la vecina Bagdad montado en un veloz caballo. Al no encontrarle allí, el mensajero de la muerte volvería a su tenebroso reino con las manos vacías. Sin pérdida de tiempo, aquel hombre dejó el mercado, montó el más veloz caballo y se lanzó al galope rumbo a Bagdad. Por ello no pudo oír como continuó la conversación:
-Es extraño -dijo el mensajero de la muerte-, porque en realidad aquí he tenido a buscar a un anciano moribundo, con tu discípulo Hamed tengo en cambio cita en Bagdad esta noche.
SIEMPRE QUERER MÁS
Había una vez un pobre mendigo que se había acostumbrado a mal vivir con lo poco que le daban. Aunque no era viejo y estaba sano, no aceptaba ningún trabajo que le ofrecían y así iba de un lado para otro sobreviviendo como podía. Un día se encontró con un amigo de la infancia y ambos se pusieron a recordar viejos tiempos.
-¿A ti qué tal te ha ido? -le preguntó el amigo al mendigo. -Muy mal -respondió-, ya ves, he tenido muy mala suerte y mi situación es lastimosa. -Pues, mira -repuso el amigo-, yo he descubierto que tengo poderes sobrenaturales y creo que puedo ayudarte.
Dicho esto, tocó con su dedo índice un ladrillo y lo convirtió en oro.
-Para ti -dijo generosamente-, esto, sin duda, aliviará muchas de tus necesidades. -Sí -contestó el mendigo-, pero la vida es tan larga y pueden ocurrir tantas cosas….
El hombre volvió a tocar con su dedo una gran piedra y la convirtió en oro.
-También es para ti, ahora ya jamás tendrás problemas de dinero, ¡eres rico! -dijo el amigo. -Bueno, está bien, pero la vida es muy larga. Suceden tantas cosas, tantos imprevistos, según tienes más cosas aparecen más necesidades…en fin, hay vicisitudes… -¡Pero bueno! ¿Qué más quieres? -exclamó el amigo.
El mendigo respondió: -Quiero tu dedo.
VERDADERO MAESTRO, VERDADERO DISCÍPULO
Dos viajeros, uno que venía del norte y otro que venía del sur, se encontraron casualmente en un punto del sendero y decidieron continuar juntos para hacer más llevadero el camino. Uno de ellos preguntó al otro:
-¿Hacia dónde te diriges? -Voy a donde pueda encontrar un maestro, un auténtico maestro, llevo años de búsqueda incansable viajando por el mundo -contestó el hombre que venía del sur -pero no desespero, sé que encontrar un auténtico maestro es muy difícil, su aparición en el mundo es muy rara y por tanto la posibilidad de encontrarlo es también muy escasa. -¿Y qué harás cuando lo encuentres? -volvió a preguntar cl compañero. -¡Oh, qué gran momento será ese! Me postraré a sus pies, mi corazón se estremecerá y mis ojos seguramente derramarán lágrimas. Dios quiera que algún día pueda vivir ese momento -contestó. Pasaron las jornadas y ambos compartieron diversas vivencias cotidianas además de la comida de cada día y el fuego por las noches. Una mañana, el hombre que venía del norte, dijo: -Ha llegado el momento de separarnos, tú sigue tu camino, que yo seguiré el mío. -¿Adónde irás? -preguntó su compañero. -Continuaré mi búsqueda. -¿Qué búsqueda? -La de un auténtico discípulo. Encontrar una persona así en el mundo es algo extraordinariamente raro. Es verdaderamente raro que alguien sea capaz por sí mismo primero de reconocer a un auténtico maestro, y después de mostrar el comportamiento y la actitud correctas que le permitan aprender.
Instantes después, el hombre que venía del sur, pudo ver como el Maestro de su época se alejaba por el camino.
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