Oraciones Enfermos
ORACION POR UN ENFERMO GRAVE
Señor Jesucristo, Redentor de los hombres,
Que en tu pasión quisiste soportar nuestros sufrimientos
Y aguantar nuestros dolores; te pedimos
Por N., que está enfermo(a); tú que lo (a) has redimido
Aviva en él (ella) la esperanza de su salvación
Y confortar su cuerpo y su alma. Tú que vives
Y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
A ti recurro, oh san José, protector de los moribundos,
Que a tu muerte estuvieron presentes Jesús
Y María. Por el amor que tenías a ellos,
te Pido por este (a) hermano (a) nuestra (a),
que se encuentra en el momento de la agonía,
bajo tu protección, líbralo (a) de las insidias del enemigo,
Y libre ya de la muerte eterna, llegue a la gloria Eterna.
Amén.
ORACION DE UN ENFERMO INVALIDO
Señor, nosotros los enfermos, nos acercamos a ti.
Somos los «inútiles» de la humanidad. En todas
Partes estorbamos.
No podemos dar nuestra parte a la economía
Maltrecha del hogar difícil.
Gastamos y consumidos dolorosamente los pobres
Ahorros den medicinas, en inyecciones, en
Apresuradas visitas al medico.
Todos sonríen, nosotros lloramos en silencio
Todos trabajan; nosotros descansamos forzosamente.
Quietud más fatigosa que la misma labor.
No podemos levantar la silla que ha caído, ni acudir
a la puerta que llaman, ni abrir la ventana al amanecer…
No nos es permitido soñar; ni amar a una mujer o
(a un hombre); ni pensar en un hogar; ni acariciar
con los dedos de la ilusión las cabecillas de
nuestro hijos.
Y, sin embargo, sabemos… que tendremos reservada
Para nosotros una empresa muy grande;
Ayudar a los hombres a salvarse, unidos a ti.
Haz, Señor, que comprendamos la sublime
Fuerza del dolor cristiano. Que conozcamos nuestra
Vocación y su sentido intimo.
Recoge Señor, como un manojo de espigas, en
Tus manos clavadas, nuestra inutilidad, para que les des una eficacia
Redentora universal.
La salvación del mundo la has puesto en nuestras almas.
Que no te defraudemos. Amén.
ORACION PARA PEDIR LA SALUD
Padre nuestro, que estás en los cielos,
al igual Que el sol ilumina la tierra y le da color y vida,
él Nos recuerda tu amor.
Porque es en ti en quien vivimos, Nos movemos y existimos.
De la misma manera que has estado entre nosotros muchas veces.
A la hora de la dificultad, en el pasado, continúa bendiciéndonos ahora con tu ayuda.
Mira, Señor, con bondad lo que se está haciendo en provecho mío.
Guía con sabiduría al médico y todos los que cuidan de mis necesidades.
Préstales tu fuerza curativa, para que me sea devuelta la salud y la fortaleza.
Y te daré gracias Por tu generoso y solícito cuidado.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
SALMO 41 (40)
ORACION DE UN ENFERMO ABANDONADO.
Enfermo, burlado, traicionado: así es el que dice esta oración. Tal vez lo conozcamos y esté a nuestro lado esperando consuelo.
2 Feliz el que cuida del débil y del pobre:
en el día malo Dios lo habrá de salvar.
3 El Señor lo protegerá,
dándole en esta tierra vida y felicidad.
¡Oh!, ¡no lo entregues a la saña de sus enemigos!
4 El Señor lo visita en su lecho de enfermo,
y le arregla la cama en la que languidece
5 Yo dije: Señor, apiádate de mí,
sáname, porque pequé contra ti.
6 Mis enemigos me desean lo peor:
«¡Cuándo morirá y se borrará su recuerdo?»
7 Si vienen a verme, hablan con falsedad,
recogen rumores y al salir los esparcen.
8 Mis enemigos cuchichean y calculan:
9 «Es algo grave lo que le sucede,
cayó a la cama para no levantarse.»
10 Hasta mi amigo seguro
en el que yo confiaba,
que mi pan compartía,
me trata con desprecio.
11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí
haz que me levante,
y les daré su merecido.
12 Que mis enemigos no canten victoria
y conoceré que te complaces en mí.
13 Oh Señor, me has fortalecido
porque no había falta en mí:
ahora me mantendrás de pie
en tu presencia para siempre.
14 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre ! ¡Así sea!
ORACION DEL SANTO NIÑO DE LA SALUD
¡oh Niño Jesús de la Salud!
Creo en la bondad infinita de
tu corazón. Remedia esta necesidad
en que me encuentro.
Remedia esta pena que me agobia.
¡Oh amabilísimo Niño Jesús!, que dijiste:
«Pedid y recibiréis»; dígnate escuchar
benignamente la súplica que te hago en
esta necesidad y concédeme
favorablemente la gracia que solicito, si
es para mayor gloria tuya y bien de mi
alma.
Así sea.