Sexo entre placer y adicción
Texto: María Clara Ruiz mariaclararuiz.com
Sexo. Poco o mucho?
Investigando las inquietudes generales en los foros de internet, me llaman la atención las preocupaciones respecto a si la elevada motivación sexual es “normal”, o si entra en el terreno de las adicciones.
La pregunta en sí misma ya es interesante y lo son también las respuestas de quienes participan, que van desde la permisividad total a la represión absoluta, con sugerencias y consejos que, en su mayoría, reflejan la gran confusión respecto a la sexualidad como fuente de placer y de salud.
La masturbación compulsiva, el uso de la pornografía, los encuentros sexuales con personas desconocidas, el uso de la prostitución o el gusto por las líneas eróticas y el cibersexo, son recursos que no necesariamente tienen que ver con la adicción.
Pero cuando un acto placentero, cualquiera que sea, se exacerba y se convierte en una compulsión, deja de cumplir su función de placer.
La compulsión desata la culpa y la persona piensa que no podrá controlarla.
Entonces, lo que parecía placer se convierte en angustia y depresión.
Se habla de este tipo de adicción en términos masculinos principalmente.
Se dice que esto es debido a que son ellos quienes han accedido al sexo con más facilidad que las mujeres por razones culturales y se les ha aplaudido a lo largo de la historia su habilidad para la conquista y la experiencia en el sexo.
Sin embargo, aunque no sean mayoría, las mujeres también desarrollan esta forma de adicción que suele funcionar como un recurso de evitar problemas, como son las dificultades laborales, las rupturas de pareja, la insatisfacción general, y diversos conflictos de la historia personal que no han sido resueltos adecuadamente.
Es muy común encontrar en las personas adictas la sensación de no sentirse queridas y la necesidad imperiosa de estar unidas a alguien sin por ello perder la identidad, o de pertenecer a un grupo sin desintegrarse en él, resultando entonces menos peligroso relacionarse sin ninguna vinculación emocional.
O sea, que el mismo pensamiento que empuja a la adicción la produce y ese es el mecanismo que calma mientras perjudica. Al final, el sexo es lo de menos.
Lo importante es revalorizarse a través de la conquista, sin darse cuenta de que la lucha está en la valoración de las personas reales y cercanas, ya sea la pareja, los padres, los jefes, los amigos, etc.
De todas maneras, la del sexo es sólo una de las muchas otras formas de adicción, y entra en el terreno de las adicciones invisibles.
Quitando el impacto químico de drogas como la cocaína, la heroína o el tabaco, los mecanismos y las consecuencias son parecidas, como el miedo, los temblores o el famoso “mono” cuando se pasa un tiempo sin consumo.
Horas y horas de sexo que sólo sirve para aliviar instantáneamente la angustia, tiene mucho más que ver con el sufrimiento que con el placer.
Por eso no se trata simplemente de decir, “lo dejo mañana”, sino que implica un tratamiento con ayuda para conseguirlo, si eso es lo que se quiere.
Adicción al Sexo y Psicoterapia
En resumen, estos son los principales síntomas que hacen pensar en que la conducta sexual se encuentra atrapada en las redes de la adicción:
– El sexo es la prioridad constante, e interfiere permanentemente en todas las demás actividades de la vida cotidiana.
– Son muy frecuentes la culpa y la verguenza por la sensación de haber perdido el control sobre los impulsos sexuales.
– El sexo se utiliza para aliviar las carencias, el estrés o la depresión.
Adicción al Sexo
El primer paso para superar la adicción al sexo es la toma de consciencia de que se trata de un problema que afecta las otras áreas de la vida, y que es necesario pedir ayuda.
Tratar la adicción es posible, buscando los desencadenantes de la dependencia y creando, paralelamente, formas de afrontamiento de los conflictos diferentes a los conocidos.
La adicción al sexo, como las demás, no aparecen sin motivo.
Normalmente se relaciona con otros tipos de problemas más profundos o antiguos, relacionados con la represión, la soledad, las dificultades en las relaciones, la gestión del estrés, la ansiedad, la depresión y, en muchas ocasiones, con historias traumáticas de índole sexual en la infancia.
Según Wilhelm Reich, esta y otras problemáticas sexuales son consecuencias de la supresión de la sexualidad natural.
La represión y la moral compulsiva llena de contradicciones, han relegado la capacidad de regulación de las energías vitales, surgiendo otras formas de descarga que se alejan de la expresión plena y saludable.
El instinto y la moral entran en conflicto y la persona se defiende tratando de liberarse exagerando los actos impulsivos.
El apoyo terapéutico, entonces, lejos de tomar posiciones moralistas o críticas, ayuda a la persona a darse cuenta de lo que necesita a nivel psicológico, buscando enfrentarse a su realidad afectiva de otras formas y superar el fondo ansioso o depresivo que acompaña a la compulsión.