Encuentra a tu niño interior y cuídalo
Crecer y convertirse en adultos no se trata solo de acumular años o de ver arrugas en la cara, día tras día. Crecer significa saber madurar con el tiempo, preservando las cosas positivas de cada etapa vivida y de cada fase de nuestra existencia, y sobretodo no olvidar y encontrar a tu niño interior.
Desafortunadamente, no siempre es fácil madurar con armonía y felicidad. Hay momentos en que nuestro «yo adulto» se siente frustrado, oprimido por problemas no resueltos, que nos convierten en personas taciturnas, desprovistas de esperanza y amor por las cosas, por quienes nos rodean y por nosotros mismos.
Seguramente muchos se reirán al escuchar sobre «encuentra tu niño interior«, sin entender lo que es: a menudo, la infancia se asocia con un período de inocencia ciega, en el que todavía no se entiende cómo funcionan el mundo y la vida. Por esta razón, a los niños se les otorga un cierto grado de locura inocente y espontaneidad: porque todavía no saben cómo van las cosas.
Sin embargo, lo más probable es que sepan mucho más que nosotros y crean en los valores que hemos perdido. Todos seguimos viviendo con nuestro niño interior, muy bien escondido, y es gracias a él que hay un equilibrio entre nuestra parte racional y la parte más libre, más pura y más esperanzada, que sigue pidiendo amor.
La voz de nuestro niño interior
Lo creas o no, el niño que llevas dentro no se ha ido para dejar espacio al adulto serio que eres ahora. Él todavía está allí, escondido y reprimido la mayor parte del tiempo, porque no quieres dejar salir lo que él representa.
De hecho, el niño interior te hace pensar en cosas que no siempre quieres escuchar :
- Te pide que no le des demasiada importancia a las cosas materiales, que relativices los problemas, que te deshagas de ese halo de tristeza , que te animes y que salgas a caminar con libertad.
- Él te pide que seas amado y cuidado. Te pide amor por él y por los demás. Él quiere ser abrazado, mimado, asistido y estar en el centro de tu vida. ¿Te dice algo? Es autoestima.
- A veces te pide que no seas demasiado exigente contigo mismo, que te relajes y te concentres en las cosas simples que te rodean, que aprecies la frugalidad y las pequeñas alegrías, él quiere que juegues con él y experimentes cosas nuevas. Sobre todo, te pide que no pierdas la alegría de la vida y el amor por ti mismo. Él quiere que seas espontáneo y te atrevas.

Sin embargo, hay un aspecto muy importante que no puede pasarse por alto: es posible que tu infancia no haya sido muy feliz, que haya heridas, vacíos y quejas dentro de ti.
Puede suceder que las circunstancias te obliguen a crecer repentinamente, evitando que disfrutes lo mejor de esos aspectos que todos los niños necesitan: amor, reconocimiento, afecto, apoyo, etc.
Estas situaciones te hacen desanimarte, que estés lleno de inseguridades y miedos, transmitido por el niño que nunca has sido, por esa herida que aún vive dentro de ti. ¿Quieres saber qué hacer en este caso? Te lo explicaremos a continuación.
Encuentra y cuida a tu niño interior
Se dice que el que vive del arte, la creación, que sabe vivir con poco y puede sonreír sin razón alguna, nunca ha roto el vínculo con su niño interior. Puede ser que, a veces, se lo considere loco, debido a su espontaneidad y excentricidad.
Puede parecerte extraño, pero mantener el cordón umbilical unido a ese niño interior, sano y feliz, puede ser una experiencia muy enriquecedora, capaz de curar muchas heridas emocionales y fortalecer la autoestima.
¿Cómo puedes juntarte con tu niño interior y cuidarte? Toma nota:
- Visualízate como un niño, también busca una fotografía si la necesitas. Es un ejercicio simple a través del cual reflexionar, un acto de introspección para llegar a la esencia de ayer que contiene al niño que ha sido.
- Piensa en una imagen, recuerda un momento en que tenías 7 u 8 años. Que ves ¿Un niño alegre, un poco confuso y sin pelo en la lengua? ¿Ves a un niño feliz abrazando a sus padres? Intenta absorber ese amor y pregúntate si sigues siendo la misma persona. ¿Ves un dolor del pasado, una herida aún fresca? Acéptalo y perdona, te sentirás más libre. Debes calmar este recuerdo y crear un equilibrio en el que no haya resentimiento y en el que puedas vivir en paz.
- Continúa con la visualización personal y establece un diálogo con ese niño, con su «yo infantil». Debes establecer una fuerte unión con él; pregúntale qué necesita para ser feliz y espera sus palabras y peticiones.

Debes convencerlo de que, a partir de ahora, lo cuidarás, lo amarás, avanzarás junto con nuevas esperanzas, relativizando problemas, riendo, siendo más puro y no reprimiendo sus necesidades básicas.
Tómelo con fuerza de la mano y no lo pierda nunca más .